Contigo. Abrazada a tus pies. A veces difuminada, a veces templada, a veces de arena, a veces de cemento. Aunque no me veas, sigo existiendo. Oculta en tus deseos. Escondida en la luna. Agazapada en la noche. Me recojo tibia, esperando la luz de un nuevo día. Me descubro templada. Si caminas, camino. Si te detienes, me detengo.
Porque quien tiene luz tiene sombra.
Allá en lo más alto, acumulando pátinas de polvo en el desván de mi memoria, inspirados entre vapores de naftalina, hoy insisten en salir a morder la luz. Son mis relatos.